En medio de una parálisis política por el cierre del gobierno de EE.UU, miles de cristianos se congregaron en la Explanada Nacional de Washington, D.C., transformando el espacio en “tierra santa” para celebrar la fe, la unidad y la esperanza en Jesús.
Un momento emblemático fue el sonido del shofar, anunciando el inicio del evento, seguido por oraciones públicas de arrepentimiento y peticiones colectivas por la sanidad de Estados Unidos.
Oradores como David Bradshaw y Lou Engle invitaron a la multitud a orar “fuera de los muros” de la iglesia, soñando con mesas de comunión, adoración y misiones en universidades y ciudades de todo el país.
Muchos participantes se arrodillaron, tomados de las manos en pequeños grupos, orando fervientemente por restauración y un nuevo despertar espiritual, resonando el clamor: “Señor, necesitamos tu liderazgo. Nos arrepentimos”.
Para la asistente Andrea Lafferty, el evento encarnó la oportunidad de hablar vida a una nación marcada por derramamiento de sangre en escuelas y calles: “Es una oportunidad para traer la vida de Jesús a nuestro país”.
Jennifer Gibbs, de Richmond, Virginia, compartió: “El mundo nos mira como si EE.UU hubiera abandonado la verdad. Esta reunión proclama que Dios ha llamado y resucitado a Su iglesia”.
El joven Samuel Tesfaye, de Virginia, destacó la importancia para su familia etíope: “Es necesario ver a tanta gente adorando y celebrando juntos la fe verdadera en Cristo, unidos en armonía”.
Tina Wright expresó gratitud por vivir este momento: “Oro por la paz en Israel y por un avivamiento en nuestra nación”.
Una mesa de comunión de un kilómetro, dispuesta entre el Monumento a Washington y el Capitolio, sirvió como punto de encuentro: amigos y extraños, juntos como uno, proclamando a Jesús como el Rey de reyes, compartiendo el pan y el vino.