La voz de Dios le dio esperanza de vida al estar atrapada 6 días en una montaña con una tormenta de nieve
Mary Grimm, una excursionista estadounidense, vivió un milagro tras permanecer seis días atrapada en el Monte Hood, Oregón, en medio de una intensa tormenta de nieve que la dejó sin visibilidad, alimento ni esperanza.
Mary, amante de la naturaleza y la aventura desde niña, decidió escalar sola después de que el guía cancelara el viaje por las condiciones climáticas extremas—a decisión que pronto lamentó.
“Pensé: ‘Puede pasar, voy a ver hasta dónde llego’. Fue un error gravísimo”, confesó Mary en el pódcast No Longer Nomads.
«Pronto la nieve y el viento la dejaron aislada, con agua hasta las rodillas y un frío paralizante por la falta de guantes adecuados. Mis manos estaban congelándose y yo estaba empapada”, relató sobre la experiencia extrema.
Al propagarse la noticia de su desaparición, la familia pidió oración y la policía inició una intensa búsqueda gracias al rastreo de su última compra registrada. Durante el aislamiento, Mary luchaba contra la desesperación: “Por primera vez, no sentía la presencia de Dios. Fue la parte más aterradora de mi vida, pensar que, si moría, no sabía a dónde iría…”.
En ese momento, Mary empezó a orar fervientemente y a arrepentirse: “Sentí que mis oraciones caían al suelo. Las personas me preguntan qué fue lo más aterrador, y realmente fue no sentir a Dios conmigo”.
En silencio profundo y rodeada de peligro y fatiga, finalmente escuchó la voz de Dios de forma sobrenatural: “El Señor me dijo: ‘No te preocupes por qué comerás o beberás, ni por qué vestirás mañana’”.
Ese mensaje encendió esperanza en su corazón: “Fue como si el mundo volviera a enfocarse… El Señor está vivo y me habla otra vez”. Luego, Dios le transmitió: “Hay miles de personas orando por ti ahora mismo”. Mary supo entonces que sobreviviría.
El equipo de rescate logró encontrarla y Mary pasó trece días en el hospital recuperándose. El testimonio del milagro movilizó a la comunidad de fe y puso de relieve el impacto de la oración intercesora y la protección divina en los momentos más inverosímiles.
“Mi experiencia en el Monte Hood me llevó a una comprensión más profunda del evangelio y de la persona de Jesús”, compartió Mary. Señaló que, aunque antes su relación era principalmente con Dios Padre, después de la prueba desarrolló una amistad y conocimiento personal con Jesucristo como Salvador.
Esta vivencia le aportó una urgencia especial por compartir el amor y la verdad de Dios: “Más que nunca, sentí la necesidad urgente de hablar de su amor y experimentar la totalidad de quién es Dios”, concluyó Mary.
El caso de Mary Grimm nos confirma que en situaciones de prueba extrema Dios se manifiesta, responde a la oración y se revela de manera personal a quien lo busca, transformando temor en fe y soledad en comunión profunda.